EMPRENDIMIENTO CORPORATIVO EN LAS EMPRESAS FAMILIARES

EMPRENDIMIENTO CORPORATIVO EN LAS EMPRESAS FAMILIARES

Queridos emprendedores y familias empresarias,

Uno de los asuntos de la agenda estratégica de las familias empresarias, en su afán de continuidad, es asegurar que el espíritu emprendedor trascienda a la generación fundadora. Por eso insisto habitualmente que la mayor suerte, o la mayor inteligencia, de una familia empresaria es contar con un líder emprendedor por generación. Sin empresarios, no hay empresa familiar. Dedicaremos este artículo a este relevante asunto.

La trascendencia que concedo al asunto del emprendimiento corporativo en compañías familiares. Un factor clave de su mortandad es la ausencia de liderazgo emprendedor en el perfil de los sucesores. En ocasiones, a un emprendedor de raza, muchas veces autodidáctica, le sigue un profesional de perfil gestor. Entendiendo por gestor quien es capaz de definir y hacer cumplir el presupuesto del año. Si ese gestor vuelca el foco estratégico de la compañía hacia lo que ocurre puertas para adentro, ¡¡peligro!! Alerta porque la organización perderá las capacidades propias del visionario que es capaz de asegurar un futuro para el negocio en la siguiente generación. De ahí la trascendencia de, en la búsqueda del deseado equilibrio, asegurar que en el ecosistema que componen familia/empresa existan buenos gestores, pero también liderazgo emprendedor. La continuidad de la empresa familiar demanda explotar los negocios presentes, ahí el rol de los buenos gestores es fundamental, pero asegurar la exploración de nuevos proyectos que aseguren un futuro próspero, ese es el cometido del líder emprendedor.

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Siempre he entendido el emprendimiento en sentido amplio. Me gusta hacer alusión al concepto de actitud emprendedora. Actitud propia de quien quiere pasar por la vida dejando un legado. En esta concepción abierta por supuesto que caben perfiles emprendedores en múltiples ámbitos de la vida. Por tanto, creo que emprender va mucho más allá de algo vinculado a procesos de start ups tecnológicos promovidos por jóvenes. Se puede, y se debe, emprender a cualquier edad, en cualquier industria y en compañías de cualquier tamaño.

En este sentido, me parece que merece especial interés el emprendimiento corporativo. Es decir, el desarrollo de una cultura emprendedora que permita a las empresas adaptarse a los continuos cambios de este entorno tan dinámico, competido y global. No olvidemos que las teorías darwinistas (sobrevive quien mejor se adapta) están de plena vigencia en el mundo de los negocios de hoy. El convulso, complejo y dinámico entorno empresarial de hoy obliga a un ejercicio de transformación, propio de los líderes emprendedores.

Por otro lado, las organizaciones con proyecto emprendedor están en mejores condiciones de facilitar el desarrollo de sus equipos pues los nuevos proyectos demandan nuevos retos y, por consiguiente, crecimiento de las personas. En este ambiente la gente acaba siendo más feliz. Y la gente feliz entrega un 120%. Ese plus que marca diferencias. A más gente talentosa y motivada, más competitiva va a ser mi compañía.

Recientemente se celebró la Jornada de Emprendimiento Corporativo sobre intraemprendimiento e innovación abierta organizada por la consultora Cink Emprende y el Foro de Innovación. Una de las principales conclusiones de esta interesante iniciativa fue que las grandes compañías en nuestro país dando pasos para acoger procesos de innovación abierta y atraer ideas y proyectos de startups, con procesos de aceleración y colaboración con nuevas iniciativas. Pero la cultura del emprendimiento dentro de la propia compañía todavía es un debe en la cuenta innovadora de las empresas. Preocupante.

Es verdad que cuando una compañía alcanza gran tamaño tiende a darse prioridad al control, a la burocracia con el fin de poner orden. Craso error. En el ámbito académico se habla mucho de la idea de hacer bailar al elefante. Esto es, que aun habiendo alcanzado tamaño paquidérmico la organización no pierda pulso emprendedor: atención al mercado e identificación de nuevas oportunidades.

No me canso de repetir que este desafío es aún más rotundo en los negocios de familia por su declarada visión de continuidad transgeneracional. Surge entonces, como en tantos otros ámbitos, la necesidad de institucionalizar también el proceso emprendedor.

Son ya muchas las compañías de familia que han creado una sistemática para el análisis de nuevos proyectos empresariales. Tanto para valorar nuevas iniciativas que se suscitan dentro de la organización como para estudiar nuevos proyectos  que miembros de la familia quieren emprender con apoyo de fondos del grupo familiar.

Del mismo modo, también empieza a ser frecuente la definición de una estrategia clara de emprendimiento corporativo. Estrategia que debe responder a cuestiones tan relevantes como las siguientes: ¿cómo queremos que sea nuestro portfolio de productos/servicios en los próximos años y cuánto peso necesitamos darle a los resultados del emprendimiento corporativo? ¿qué recursos vamos a dotar al emprendimiento corporativo? ¿quién va a liderar el emprendimiento corporativo y qué personas de la organización se van a involucrar?.

Todo ello sin olvidar que para que se desarrolle la cultura emprendedora es clave que haya un compromiso total de la propiedad y  la alta dirección. Esto pasa por contar con líderes emprendedores, gente visionaria con capacidad de crear las condiciones para un crecimiento sostenible. Aparte esto, es importante vincular el emprendimiento a los sistemas de remuneración. No olvidemos que la remuneración es palanca clave para focalizar esfuerzos de las personas. Y, por supuesto, se necesitan organigramas sencillos, planos, gestión por proyectos y ciclos cortos de decisión. Todo un desafío la creación de una cultura emprendedora.

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Pasa por buscar relaciones gana/gana entre los directivos intraemprendores que imaginan nuevas ideas y se comprometen en su puesta en marcha y una organización dispuesta a proporcionarles apoyo, recursos, ambiente propicio y “empowerment”.

También sugiero a las familias empresarias que vayan institucionalizando el proceso emprendedor. Sin perder agilidad pero impulsando un buen modelo adaptado a las características de su compañía.

El emprendimiento corporativo es clave para asegurar, además de la continuidad, el crecimiento empresarial. Un gran desafío para muchas empresas. Principalmente para ese mercado de empresas pymes donde se engloban una buena parte de las empresas familiares.

Algunos datos para ilustrar el alcance de este desafío. Diferentes estudios como los de Start Up Genoma en USA, con datos muy similares en Europa, indican que apenas 10 startups de cada 100 creadas llegan a los tres años de vida.

Un ejemplo del tejido empresarial español. Según fuentes de la Fundación BBVA, “el tamaño medio de las empresas españoles es inferior a la media europea. Concretamente, en España, el 40,5% del empleo se concentra en microempresas (empresas de menos de 10 trabajadores), un porcentaje que es 11,3 puntos porcentuales superior a la UE-28. La primacía de las microempresas en España limita la productividad porque representa un freno para incorporar más capital humano y capital tecnológico, desarrollar procesos innovadores o internacionalizar la actividad”.

Seguramente, y desde un punto de vista macro, por estas razones, y es algo que venimos sosteniendo hace mucho tiempo, el foco institucional no debe estar solo en promover la creación de nuevas iniciativas empresariales sino en que crezcan, sean competitivas y algún día lleguen a ser grandes corporaciones globales. En este contexto, triunfa el concepto de scaling up.

Trabajo hace muchos años con dueños de compañías a los que he acompañado en exitosos procesos de crecimiento empresarial y quisiera compartir algunas lecciones aprendidas en estos procesos:

En primer lugar, el empresario o el grupo de accionistas deben construir su visión. Que debe ser consensuada claramente si son varios, cuestión crítica en el ámbito de la empresa familiar. Esta visión de debe concretar en una hoja de ruta.

Si queremos hacer crecer el negocio, primero tenemos que crecer nosotros mentalmente. El crecimiento obliga a tomar muchas decisiones. Algunas que afectarán al ámbito personal como por ejemplo pasar mucho tiempo fuera de casa e incluso trasladar la residencia a otro lugar. Otras tienen que ven con el ámbito profesional. Cito algunas: desarrollar capacidades para delegar tareas, salir progresivamente de la operación del día a día para liderar la agenda estratégica, aprender a controlar el desempeño de los equipos, rodearte de consejeros que te ayuden en el proceso, desarrolla alianzas con otros,…. Si en los cerebros no está la voluntad de hacer lo necesario para crecer, será casi imposible conseguirlo.

A partir de esta firme voluntad es  el momento de la estrategia. A través de qué avenidas queremos crecer. ¿Nuevos mercados? ¿Nuevos productos? ¿Una mezcla de ambas? ¿Crecimiento orgánico? ¿Crecimiento inorgánico? ¿Solos o acompañados? Son temas trascendentes que abordar. La experiencia enseña que con el tiempo se van abordando varias de estas estrategias. Por cierto, un reciente informe de Mckinsey publicado en Enero 2.017 por Marc Goedhart y Tim Koller poner en valor las estrategias de crecimiento orgánico al evidenciar que resultan más rentables en el largo plazo.

Las personas van a jugar un papel central en estos procesos. Ya hice alusión al rol de los fundadores o equipos fundadores y ahora quiero poner el foco en los equipos. La experiencia me ha enseñado que hay que ser generoso en estos procesos. Hay que crear valor compartido para que las personas actúen desde el alineamiento. Desarrollar estrategias gana/gana es fundamental para procesos de scaling up sostenible.

Por último, como siempre, la ejecución. Es lo que distingue a los grandes empresarios. Su capacidad de aterrizar con éxito las ideas. En estos procesos de scaling up toman relevancia muchos aspectos: operaciones, logística, marketing, tecnologías,…. Pero uno es clave: la caja. Crecer provocando tensiones en la caja es mortal de necesidad.

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Hasta pronto. No dejes de esforzarte por ser muy feliz que, al final del día, es lo más importante para ti y los que te rodean…

 

 

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